Después de un año de transformación global de la economía y de los modelos de consumo derivado de la crisis del Covid-19, se han puesto de manifiesto diferentes opciones que pueden ayudar al aumento del consumo del A.O.V.E. y una oportunidad de negocio a los pequeños productores.
Estas tendencias no son solamente hechos puntuales sino que han sido el punto de partida para un nuevo consumidor que tiene voluntad de adquirir productos saludables, sostenibles y de proximidad.
Pero también hay que tener en cuenta las nuevas políticas europeas (Green Deal) y estrategias internacionales (Agenda 2030) que tienen por objecto iniciar una transición a una economía limpia y circular.
Según Dr. Joan Colón Jordà del Centro tecnológico BETA :
“La producción de alimentos en el ámbito mediterráneo se basa en distintos sistemas de producción (ej. Agricultura intensiva, ecológica, tradicional, etc.). Todos los sistemas de producción son necesarios y compatibles entre ellos, además todos ellos tienen potencial para adaptarse a las nuevas tendencias propuestas en las estrategias alimentarias regionales/nacionales, que en gran medida tendrán como meta cumplir los objetivos enmarcados en el Pacto Verde Europeo.
La tendencia en las nuevas estrategias alimentarias regionales se basará en gran medida en los siguientes pilares:
-Sistema alimentario sostenible, transformador y basado en la bioeconomía circular
-Sistema alimentario propio y arraigado al territorio
-Sistema alimentario justo, equitativo y cohesionado
-Sistema saludable y de confianza
Oportunidades para pequeños productores
En la situación actual y futura, las demandas de los consumidores se alinean con las estrategias y planes de acción de nacionales/europeos, principalmente basadas en la producción de alimentos más sostenibles, saludables y arraigados al territorio. En esta situación, se presenta una clara oportunidad para los pequeños productores de productos típicos de la dieta mediterránea ya que sus productos encajan perfectamente con las nuevas tendencias de demanda. “
Todas estas reflexiones tienen que servir para entender que el patrimonio olivícola de España debería ponerse en valor, empezando por los propios olivicultores que necesitan tener mayor formación para poder defender de mejor manera un producto tan excepcional como es el Aceite de Oliva Virgen Extra. Y, por supuesto, saber llegar a ese consumidor que ha despertado a través de la crisis del Covid-19 y que empieza a pensar que una parte muy importante de su salud pasa por una buena alimentación.
Mar Luna Villacañas
Directora Escuela Europea de Cata